lunes, abril 08, 2013

Cuando el final estuvo cerca probamos el kepe bola / R. Flores Sánchez

De Rodrigo Flores Sánchez
Y si alguien me dice que lo piense, y no sólo que lo piense. Incluso me dice que lo diga. Más aun, me dice que lo deje de pensar. Y no sólo que lo deje de pensar. Incluso me dice que lo comience a decir. Que lo deje de pensar para que lo comience a decir. Que lo diga. Que lo comience a decir. Que diga lo que sucede. Así, lo que sucede. Incluso me dice que no sólo lo diga. Me dice que diga lo que sucede mientras en el estéreo se escucha a Frank Sinatra. Se debe escuchar a Frank Sinatra a un volumen bajo mientras se dice. Mientras se dice lo que sucede o, lo que es lo mismo, mientras se dice lo que se piensa. A un volumen bajo, eso me dice. Y el que piensa y escucha, escucha a Frank Sinatra cantar My way. Y se escucha a un volumen bajo. Y es entonces que lo escucho cantar y lo digo. Me escucho decirlo. Digo que escucho My way. Y es entonces que pienso que lo debo decir para saber que lo he hecho a mi manera. A mi manera, me digo. Debo decirlo. A mi manera. Saber que lo que hago y que lo que digo es a mi manera. Pero no sé qué hacer para pensarlo ni para decirlo. Para decir que es a mi manera. No sólo es pensar que es a mi manera, es decirlo. Y es entonces que pienso que no sé si lo que pienso y si lo que digo es a mi manera o puede ser a mi manera. Mejor sería dejarlo de pensar aunque se siga diciendo. Aunque pueda decirse que lo hago a mi manera, puedo al mismo tiempo pensar que no hago nada a mi manera ni pienso nada a mi manera, y entonces y por lo tanto, tampoco digo nada a mi manera. Sólo escuchar pasar los coches aplastando y abatiendo las hojas caídas de los árboles es hacer algo a mi manera, puede ser algo a mi manera. Es eso lo que escucho y lo que pienso a mi manera, sin saber nada de nadie ni decir nada de nada. Sin saber incluso quién dice que diga hojas caídas de los árboles, vida abatida de los sábados. Incluso sin saber nada sobre quién dijo que lo dijera escuchando a Frank Sinatra.
De Tianguis (2013)
El libro de Rodrigo se llama Tianguis porque se parece a eso: un mercado donde convergen una multiplicidad de voces que se convierte en su columna vertebral. Su unidad está en su diversidad. "Me interesaba la multiplicidad, lo heterogéneo del presente reunido en una página", me dice. Publicado por Almadía, Tianguis está conformado, principalmente, por cinco núcleos que van de la poesía a la prosa, y de regreso: Cameraman, Testimonio flaviano, sPAsMo, Doppelgänger, más tres epístolas. Cada sección tiene su tema, pero sobre todo su voz. Abre el libro con un epígrafe de Bernal Díaz del Castillo: "Ya querría haber acabado de decir todas las cosas que allí se vendían, porque eran tantas de diversas calidades, que para que lo acabáramos de ver e inquirir era necesario más espacio; que, como la gran plaza estaba llena de tanta gente y toda cercada de portales, en dos días no se viera todo". Dentro de la multiplicidad que despliega Tianguis destaca, por ejemplo, en Doppelgänger, el tema del doble, la parte sombría que una persona, aunque la esconda, también es. El personaje detrás de la máscara. En palabras de Rodrigo: "El Mr. Hyde que todos tenemos dentro y que no nos gusta mostrar, yo aquí lo saco a pasear". El sexo está también presente, sobre todo en eSPAsMo. "Me interesaba, en este sentido, una sobrevisualización del cuerpo. La poesía muchas veces tiene que ver con el alma, las musas, la intimidad, pero aquí buscaba que el cuerpo estuviera presente como una intensidad del lenguaje", indica: "eSPAsMo tiene un funcionamiento parecido a la pornografía, donde a lo mejor el relato pierde importancia y se desdibuja ante la presencia de los cuerpos, de la fornicación y el coito". La historia personal de Rodrigo está presente en Testimonio flaviano, al que pertenece el poema que aquí cuelgo, a partir de pasajes de lo que el autor llama su "contrabiografía", hecha tanto de capítulos trascendente como de minucias, "de migajas que a veces escondemos bajo el plato", dice.
/ La foto la tomé de su FB.
Rodrigo Flores Sánchez (Ciudad de México, 1977)