domingo, julio 31, 2011

Marineros / O. de Pablo

De Óscar de Pablo
Y el mar es la ciudad hecha de lucecitas. Y su marea lo va
desenredando en mares. Y es también un desierto que se crispa de flechas, de luces y de espumas. Y se alza de cerveza. Y se queda dormido como un tronco. Y despierta ciudad. Y son veinte millones de arcos tensos, cada uno con su flecha. Y es una maquinaria. Y es una enrredadera estrangulada
por su trama de hilos.

Por su trama de hilos de espuma. Y esta espuma
que gira en la obstinada danza de los carretes. Y la ciudad se estorba. Y camina y da vueltas de atolondrado engrane. Y existe solamente en este estorbo. Y es su coreografía. Y es aquí donde escribo mi mensaje. Y donde, arquero yo entre los arqueros, disparo a las alturas mi bengala, y donde lleno el cielo con esa misma espuma. Y la ciudad es parte de otra ciudad mayor. Y hacia arriba es también inabarcable. Y es el Océano Mismo. Y es un valle industrial de carretes de hilo.

De carretes de hilo verticales
y tensos. Y unidos por la espuma, telegráficamente. Y el mar es la ciudad y la ciudad lo es todo. Y no existen los puertos. Y no existen acciones importantes
que por su magnitud se basten a sí mismas. Y la tragedia ya no puede imitarlas. Y por eso esta épica de carretes. Y por eso esta época de los engranajes.

De engranajes y son las ocho y cuarto
de la mañana en punto. Y de la planta sale un olor amarillo. Y una peste de mar. Y es un mar que se pudre
entre cuatro paredes. Y casi es espuma. Y casi es un rocío. Y es una brizna tibia y es como la cerveza, pero su olor da asco. Y el mar es la ciudad y, en este mar, y en las cuatro paredes de esta nave fabril, huele casi a cerveza. Y a desechos. Y a químicos. Y a orina. Y a taparse la cara y las narices. Y es la brisa marina de la Modelo.

La fábrica Modelo y, en unas ocho horas, la marea cambiará. Y el turno cambiará. Y casi será sábado. En este mar que es casi una ciudad. Y entonces serán casi
nueve horas
de estar oliendo a químicos y a orina. Y a terrible cerveza. Y de estar recibiendo esta brizna en la cara.

Esta brizna en la cara terminará a las cuatro. Y abarcarán entonces engranes y paredes. Y saldrán ya sedientos como los marineros
quienes ahí trabajan. ¿Y qué beberán luego? Sé que se inmolarán y contendrán el vómito. Y beberán cerveza.

Y beberán cerveza, y no vino ni whisky. Y volverá ese olor. Y se lo pondrán dentro. Y será casi igual a aquella peste. Y el lunes otra vez regresarán a olerla. Ya mezclada con químicos, regresarán a olerla. Y ya en ningún lugar será la tierra firme. Y serán para siempre marineros. Y serán otra vez casi las ocho. Casi las ocho y es así la ciudad.

Y es así la ciudad y es el Océano Mismo., el océano sin bordes. Y no existe la tierra. Y sólo existe el mar y la luz de bengala
que lleva arriba el mar, arriba el mar también inabarcable. Y esta luz de bengala que disparo sabiendo, desde un millón de arcos, que disparo, sabiendo que no hay puertos. Y que sólo hay un náufrago en busca de otros náufragos
que compartan con él su ciudad y sus náuseas, su sed de marineros. Marineros que somos, porque somos, porque aquí todos somos
marineros.
De El baile de las condiciones (2010)
Óscar de Pablo se asoma a las relaciones humanas desde una posición crítica, "una actitud política", me precisa, para después traducirlas en un lenguaje que pondera la musicalidad y el ritmo. He aquí un poema que forma parte de El baile de las condiciones, editado por la Dirección General de Publicaciones del Conaculta, en su colección Práctica Mortal. / La foto es de Notimex.

Óscar de Pablo (Ciudad de México, 1979)