viernes, agosto 31, 2012

Pentimento (fragmentos) / L. Plascencia Ñol

De León Plascencia Ñol
bajo los tejados hay una luz impenitente. golpea con fuerza el viento detrás del muro. volverá el ciervo a pisar el amarillo de tu nombre.
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un estanque con lotos es fuego apacible. o casi quebradura, quiebre. o casi velada profusión de susurros. o casi un estanque de lotos.
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el negro de la grulla en el lago. el reflejo del reflejo. tensión. casi expansiva. todo orden requiere que tu voz se abra a lo negro. breves pespuntes de lo negro sobre blanco.
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a través de la ventana llegan cientos de luces que podrían ser otra cosa: una hoja de bambú, una rama de neeti, una pata de kkachi. los ojos apresuran lo no cierto. esta lluvia trae signos aparentes.
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mirar de cerca los objetos: su otra vida no evidente. romper de tajo con el cerco que tienden las palabras.
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la lluvia se levanta lentamente rumbo a la montaña. es una gasa húmeda: rastros del cielo que vuelve.
De Pentimento (2007)
Si es verdad que los autores están hechos de tan sólo algunos temas, a los cuales siempre están volviendo obsesivamente, los de León son el deseo y los desplazamientos, el sentido de los viajes, más las construcciones visuales, casi cinematográficas, incluso a partir de lo invisible.
Hace poco me decía que sus libros están llenos de eso, "lo no visible".
En un fragmento, aquí reproducido, de su poema Pentimento, escribe: "mirar de cerca los objetos: su otra vida no evidente. romper de tajo con el cerco que tienden las palabras".
En esa obsesión se esconde una anécdota infantil.
Sucede que no ve, es miope, y cuando por primera vez le colocaron gafas, de niño, se maravilló de la existencia de detalles en las cosas, de texturas, de brillos. Desde entonces busca mirar más allá de lo visible.
León me habla del capítulo a propósito de la reedición, ahora bajo el sello de ERA, de Satori, libro que ganó el Premio Iberoamericano de Poesía Jaime Sabines para Obra Publicada 2010 y que reúne tres poemas; dos de ellos de largo aliento, Satori y La cordillera, y uno fragmentario, Pentimento.
Las tres obras, precisamente, se desenvuelven en las obsesiones que refiere: "Son tres poemas largos que, de alguna manera, respiran a través de un instante. Cada uno fue escrito desde la idea de la recuperación de un instante, un instante que fue el detonador para cada uno de ellos".
Los instantes, en este sentido, son lo invisible, o más bien imperceptible. Él los amplia para darles la visibilidad precisa.
Pentimento surgió en Corea del Sur, en 2007, cuando realizaba una residencia otorgada por el Instituto de Traducción de Literatura Coreana. Un día lluvioso, de paseo por Busan, cuenta que se encontró con un bosque de bambú. Tras internarse en él, incluso perderse, se toparía con un Buda de uno tres metros de altura sobre una roca, junto al mar. Lo mojaba tanto la lluvia como el oleaje, mientras un grupo de gaviotas que aleteaban a su alrededor.
La imagen lo persiguió hasta que una tarde, en un bus de Seúl, se puso a escribir el poema.
¿Qué tanto cabe en un instante? "Puede caber todo", me responde, pero antes ha de presentarse un "satori", que es un momento de iluminación.
León Plascencia Ñol (Ameca, Jalisco, 1968)