sábado, abril 29, 2006

Bacantes (fragmento) / E. Cross

De Elsa Cross
VII

Éramos heridas abiertas.
La sensación se trastornaba.
Tu voz inventaba registros en mi oído.
Tus almizcles me embriagaban más que el vino.
Nos hería el placer.
Inagotables,
ebrios,
nuestros cuerpos, la ofrenda,
como frutas que dejan las mujeres
en las playas del sur y el mar se lleva.
Nos perdíamos del mundo.
Dibujabamos barcas en el aire
y nos íbamos en ellas.
Toda la noche caían para nosotros
dones del cielo,
la lluvia sobre los árboles,
y esas gotas brotando del pecho,
ah, nuestro soma—
¿dónde terminaban los cuerpos?
¿cuál cuerpo era de quién?
Yo sentía desde tu hombro mi caricia.
Tus pensamientos pasaban por mi mente,
y donde los deseos se juntaban
salían del aire aves de fuego.
Yo fluía dentro de ti.
¿Y tú quién eras?
Sólo un banco de abejas,
agua brillando como joyas.
Olas de sensaciones nos turbaban,
nos devolvían a la orilla.
Tanta vista del mar dejar atrás,
tantos bosques,
tanto de tu cuerpo.
Tender un velo en llamas sobre las formas—
que perdíamos al mirarnos un instante de más,
al debatirse tu muslo,
intempestivo.
Así morían los peces en las redes.

*
No hay amaneramientos literarios en Cross, el sentimiento produce una imagen y la imagen un sentimiento, y la sucesión es, por fortuna, interminable y, hasta cierto punto, abismal. (Luis Cortés)
Elsa Cross (Ciudad de México, México, 1946)

viernes, abril 21, 2006

La condición diabólica / P. Lamantia

De Philip Lamantia
Como las mujeres que viven al alcance de cada cuerpo
descienden de las regiones polares
hacia el círculo de los demonios

Yo me preparo para ofrecerme a las suaves y rojas serpientes entrelazadas en las cabezas de los brujos

Entre los negros brazos llegan sobre la ciénega abalanzándose para abrazarme
y el sol distante en el que habitan los hombres que tienen a su alcance
prístino los Depravados Ojos
entre las tumbas y los hechos de los deshuesados mangos
que trabajaron en el secreto de las torres abandonadas
a pesar de mi cuerpo fugitivo ausente
a pesar de los lagartos arrastrados dentro de los altares en que las potencias tienen preparada la vida
a pesar del antiguo templo Dórico transportado por los amantes del arte
a pesar del nido de mendigos dementes
el canto se oye
y las palabras del canto están escritas en los oceánicos jardines
Los límpidos muros han cantado adiós
Nosotros hemos entrado en la ciudad donde el maestro muerto habla de catacumbas y la cornuda bruja del África
El sortilegio prosigue en las calles y en el cielo
Hemos ascendido hasta el ilimitado cosmos de la arquitectura
Nos hemos arrastrado de espaldas hasta los enormes corazones
aquel salto sobre la nieve hacia la subida a nuestros cuerpos
Llega mi ritual cera y círculos
mi rosa escupida de sangre

Cuando el día es iluminado por nuestros mágicos candiles
y las horas aúllan sus sádicas canciones y succionan con ahínco
en la noche cuando los gatos invaden nuestros cráneos
entonces sabremos que los destructores han surgido
en el mundo para observar nacer el cataclismo
como la ola de fuego final se derrama de sus corazones
De Selected Poems
La poesía es un recurso para comprender que aún no hemos empezado a explorar las profundidades de la imaginación. (PL) - Traducción (algo mala, sorry) de M. R. Barnatán
Philip Lamantia (San Francisco, Estados Unidos, 1927 - San Francisco, Estados Unidos, 2005)

viernes, abril 14, 2006

La carta / F. Giucich

De Fernando Giucich
Cuántas veces
quise escribir esta carta,
y otras tantas
la hice pedazos.
El largo parlamento
de mis cuitas
temían una burla,
una ironía flotando
entre líneas.
Todos los intentos
fallidos son, hoy,
como viejos cartones
arrumbados
en el cuartito
de los trastos viejos.
Cuando te veo pasear
algún domingo
por la costa del lago,
casi siempre
acompañada de tus hijos,
tengo la sensación
de que si hubiera
escrito la carta,
ellos serían míos.

De Clara (2006)
Prima (en Fernando Giucich) la mirada retrospectiva, la palabra que recuenta el paso del tiempo, la reflexión acerca de la permanencia, la futilidad, lo errores cometidos, el lenguaje que no alcanza, las razones que se escapan... Habla al lector de la lucidez conmovedora de la reminiscencia y de la promesa de la sabiduría ganada a partir del dolor. (Carolina Urzúa) - Don Fer, thnks sincerísimas por su libro, el cual ya tengo en las manos; sincerísimas, como las claras letras en Clara.
Fernando Giucich (Asunción, Paraguay)

miércoles, abril 12, 2006

Plabras o permisos para destruir los inventos / S. Valderrama Cruz

De Salomón Valderrama Cruz

Apenas había oído las palabras de Zelomi porque el pensamiento, como una súbita hendidura, se abrió hacia la ofuscadora evidencia de que el hombre es un simple juguete en manos de Dios, eternamente sujeto a hacer sólo lo que a Dios plazca, tanto cuando cree obedecerle en todo, como cuando en todo supone contrariarlo.

José Saramago

Y entre esos huacos simbólicos los hay que llegan hasta nosotros, indescifrables, mudos, misteriosos y en algunos hay que venir hasta Leonardo, hasta Goya, hasta Baudelaire, sí, hasta Baudelaire, porque esos objetos de barro son decadentes: ¡hay que verles sonreír!

Abraham Valdelomar


Plabra de un colgajo que se transfigura en ojos de corazón

Cérvido, para creer, amputado, Cristo del Apocalipsis jugando en una irreconocible discoteca, lengua, computadora, Metrópoli, cantar de erróneas plabras en que me he dado cuenta de algo espantoso, en los planetas, convalecer de pantaletas, tiernos lobos vacantes de amor legalizado. Rumiando que la tentativa artística de caminar ya no será explotar un balazo en la cabeza de mi amor. Emboscar. Ya no será arrastrar los testículos por los dientes del último sexo, ya no será concentración para tragarme los ojos que me imaginan en la televisión, devorármelos, entre músculo que tira para mirar en los diamantes costados rellenos, de las brasas, que compraste en Tokio. Llorón. Ya sé, te sigo a mi paso comiendo tu gran culo de Botero y de tus cuatro tetas inmensas, persistencia, en un cajón azul desde el perro de Keynes; pero es la época desterrada del color y así siento que a mis ojos estoy mascando en las bocas, bajo mis cejas, con enzimas que jamás recuerdo y de bailes en que rememoro el cabalgar salvaje de una mula tramposa que se embaraza y recién hoy la he encontrado y como tengo dinero, pulcro, lavado, he sembrado a mis bichos en sus vientres: las axilas, la rodilla, el talón, la quijada, las mamas, el útero, los codos, los hombros, el ano, los muslos, los glúteos, los ojos, la oreja, la nariz y la boca que dormirá en la lengua, pornográfica, plabra de los espacios de la luz que carga en su famélico corazón asexuado. Y allí hacer que crezcan y paran enemigos nuevos, ojos nuevos, ojos negros, radiantes de bellezas que me he comido; visiones horrendas que creen cosas que ya están aquí.

Plabra para volar la Ciudad

Ayer volé sobre la Ciudad. Excitado corrí por la avenida poesía, corrí 100 metros e imaginé los portaviones que se construyen en el Tercer Mundo. Corrí 80, 60 metros, 10, 0 metros y me elevé en vuelo vertical. No vayas a creer que estaba en un avión holandés o norteamericano ¡oh no! Lo que pasa es que me he dado cuenta que no hay mejor motor que los fluidos pegajosos, blancos, negros, hialinos, espesos que las turbinas que transmiten los cerebros educados. Desconocidos. Los que explosionan y permiten un desarrollo sostenido. Entonces, hoy diré filosofía: que vivan los cerebros que hacen ciencia, religión y arte. Que pudiendo matar no matan, que pudiendo ayudar no ayudan, que pudiendo despegar no despegan, porque lo importante es poder hacer y no hacer. Porque el que puede ya hizo para sí y el que no puede no sabrá jamás qué hizo. Como derramar, inexistente, color sobre el antagónico lienzo o elegir plabras al azar del diccionario y jamás entender que el arte está allí, sólo donde el artista ve. Jamás volará un pobre diablo.

Plabra del fútbol desnudo

El fútbol es un desnudo, piel invisible, deporte extraño, a más, absurdo y casi divertido. Allí los límites, las fronteras apareadas, apaleadas, de las religiones, autonomías gubernamentales (de imaginación impuesta) y status monetario, no existen sino únicamente en las líneas, silbatazos, que definen los penales, los tiros de esquina, los fuera de lugar, los tiros libres y uno que otro escupitajo, codazo o pisada en el beso de la, más pura, madre para no seguir perdiendo o, al menos, para intentarlo. Pervertir con la, magistral, gambeta, hacer volar idea, existencia, con forma de planeta, patear planetas camino a la imaginación con el único, inconmensurable, propósito de correr para meter un Gol. Tan simple como eso y no al revés.

Plabra o permiso para destruir los inventos

Hombres del mundo entero han empezado a destruir los inventos, porque nada tiene sentido. Quieren empezar otra vez. Se destruyen radios, televisores, lavadoras, autos, barcos, aviones, teléfonos, computadoras, impresoras, quipus, papiros, libros, chozas, casas, edificios, antenas, microscopios, museos, ojos, lenguas, cerebros. Planetas, galaxias, universos. Vacíos. ¿Todo permanecerá sin el hombre? ¿Existirán las palabras: plabra y vacío?

Pisco, 31 de marzo del 2006

*

Salomón Valderrama Cruz nace en el Departamento de La Libertad, en Perú (bonito dato). Encrucijada, su primer poemario, es del 2002, y del 2003 Anemómetro. Ha sido publicado en revistas de Perú, Argentina, Chile, Brasil, Venezuela, Colombia, Estados Unidos, El Salvador, España, Puerto Rico, Francia, Alemania y México, y ahora en el Pájaro, que no es ni México ni todos los demás; aquí no hay patrias, jeje :D Actualmente dirige la revista Antínfeliz, y está por publicar el libro Facción de imperdido al arte. Todo un doctor, pues. - Le agradezco a Salomón su interés en este Pájaro, el cual se queda con sus plabras, ni modos que no.

Salomón Valderrama Cruz (Chilia, Perú, 1979)

lunes, abril 10, 2006

En los caminos del sol / J. Pomponio

De Juan Pomponio
El polen nocturno
germina el pulso del origen.
Soy nadie
ante la eternidad de lo real.
Camino por los senderos
del misterio.
Un viajero del alba que trae
el eco de un poema
en libertad.

*
Siempre hay alguien que lee, me dice Juan Pomponio, y ofrece al Pajaro este poema, En los caminos del sol. Maestro de Educación Plástica y poeta, antologado en variadas antologías (poéticas y narrativas) y merecedor de múltiples reconocimientos, es autor de Salvaje, poemario publicado en el 2002 por la editorial Último reino de Capital Federal, en Argentina. - Aquí su clik, donde siempre hay alguien, del otro lado de la compu, que lo lee. Dense su vuelta.
Juan Pomponio (Berazategui, Argentina, 1966)