El niño maestro / J. Cocom Pech
¡Señor!
No necesitas ser adulto para enseñar.
Oculto en la sutil sonrisa de mi alumno, estás tú.
Si algo me aflige,
si mi corazón recibe la visita de los abrojos,
él,
provisto de tu sabiduría,
atrapa mis cuitas con el aleteo de sus preguntas.
Y se las lleva al patio de los juegos,
y ahí,
recluidas en el vientre de un viejo balón,
de pie en pie,
de pase en pase,
hechas trizas por el griterío y la ovación convulsa,
mis cuitas
sucumben aprisionadas en las redes de la portería.
¡Señor!
No necesitas ser adulto para enseñar.
Oculto en la sutil sonrisa de mi alumno, estás tú.